La adjudicación del tramo III de la Circunvalación Oeste puso en evidencia la inconsistencia técnica de la Circunvalación Oeste. Por razones que se evitan explicar 3.000 metros de terraplén no fueron realizados en la etapa anterior de la obra. De haber existido un importante sector de la ciudad no se hubiera inundado.
La discusión en torno a la brecha en el terraplén de la Circunvalación Oeste, a la altura de calle Gorostiaga, todavía continua abierta. La mayoría de los especialistas que analizaron el desarrollo de la inundación en la ciudad de Santa Fe, coinciden en señalar a ese punto como el Talón de Aquiles del anillo de defensas. Por allí se produjo el mayor ingreso de agua del río Salado, que anegó a barrios que jamas sospecharon semejante posibilidad.
En un principio desde el gobierno se dijo que el terraplén había cedido. Luego se supo que se hacía referencia a la defensa de apuro que intentaron levantar en ese sector a finales de abril. Como informó datasantafe, en la mañana del 10 de marzo, personal de Vialidad Provincial descubrió un profundo socavón en el terraplén que protege la circunvalación. Al día siguiente, un grupo de vecinos del barrio Santa Rosa de Lima, realizaba un corte de transito, reclamando la inmediata reparación de la defensa.
A la misma hora, el agua del río Salado comenzaba a invadir las viviendas de los barrios San Agustín, Las Lomas, Cabal, y un tramo de calle Gorostiaga, por donde cuarenta y cinco días después, ingresaría como torrente. Fue así, como la Jefatura Técnica de la DPV, iniciaba el 24 de marzo – luego de la protesta de Santa Rosa de Lima - un trámite ante el comité de Emergencia Hídrica, para la “provisión de 740 bolsas de cemento portland para realizar tareas de bolseado en el terraplén de defensa de la Avda. Circunvalación Oeste”. La gestión quedó concluida recién el 23 de abril, y los trabajos se iniciaron horas antes del desastre.
Tres mil metros
Varias explicaciones surgieron en torno a la brecha del Hipódromo. Una de las más interesantes, es la que pone en discusión la escandalosa adjudicación cuasi-directa de la obra, en sus tramos I y II, a la empresa que conduce Américo Gualtieri. A partir de la sospecha generada por este proceso, se desarrolla la hipótesis de que la obra estaba mal terminada y que en complicidad con las autoridades provinciales la empresa habría violado las disposiciones del pliego. En esta línea de interpretación el ingreso del agua pudo por calle Gorostiaga se debería a un acto criminal de la contratista.
Sin embargo, los datos disponibles hasta el momento, sugieren que la explicación estaría en otra parte. Por un lado, conviene remitirse el proyecto de la obra. De allí surge un elemento sorprendente. El diseño hidráulico contemplaba que la defensa terminara abruptamente a la altura del Golf, dejando para otro momento la construcción de solo 3.000 metros de terraplén. A modo de confesión, los técnicos de la empresa Consulser y los funcionarios de Vialidad Provincial, responsables de esta decisión, dejaron escrito en el proyecto del tramo II: “El final de la defensa es provisorio hasta tanto se continúe con una 3° Sección, ya que en esta zona no se puede efectuar un cierre “natural” a cota +17,50m IGM al no existir la misma en el terreno circundante”, por ello, “el cierre se efectuará sobre un muro de mampostería reforzada ubicado sobre el cordón sur de la calle Gorostiaga, inmediatamente al Oeste de la entrada al Hipódromo de Las Flores”. Luego advertía: “La calle Gorostiaga tiene frente a dicho cierre, una cota de +16,40 m IGM, por lo que deberá, para crecidas mayores a la máxima histórica, realizarse un alteo provisorio de la misma, con bolsas o elementos similares que puedan una vez finalizado el evento extraordinario, ser retirados para rehabilitar el tránsito en dicha arteria”. Ni siquiera esto se hizo, y según reconoció el ministro Berli, los 3.000 metros de terraplén “hubieran mejorado la seguridad respecto al ingreso de agua” en un sector de la ciudad.
Inconsistencia técnica
La decisión de no construir esos 3.000 metros de terraplén en el tramo que se adjudicó en 1994 constituyó una decisión catastrófica para la ciudad. Su no-inclusión no puede explicarse por razones económicas ya que representa una pequeña parte del presupuesto total de la obra.
Lo que sí se puede afirmar, es que la mayoría de los funcionarios provinciales y municipales que tuvieron capacidad de decisión en los meses previos a la inundación conocían perfectamente la vulnerabilidad de la defensa en calle Gorostiaga. En el diseño de la obra participaron profesionales que hoy prestan servicio en diferentes organismos del estado. El proyecto hidráulico fue realizado entre otros por: el ingeniero Romero, integrante del equipo político del ministro Berli; el licenciado Capalletti, funcionario del intendente Álvarez; y el ingeniero Jonas, empleado de la Dirección Provincial de Obras Hidráulicas, y responsable en 1998 del cierre provisorio del sector, cuando era secretario de Asuntos Hídricos de la Municipalidad de Santa Fe.
Precisamente, esta última repartición, a través de la Dirección de Ingeniería, elaboró en octubre de 1999 un anteproyecto denominado: “Cierre Oeste de la ciudad de Santa Fe”. El mismo contemplaba la continuación de la defensa por afuera del campo de golf, hacia el oeste, hasta la intersección de Estado de Israel con Camino Viejo a Esperanza. La propuesta fue costeada en $ 800.000, y se presentó en Vialidad e Hidráulica de la provincia que designo para su análisis un ingeniero de planta. Nunca se concretó, porque “alguien” decidió que se podía esperar hasta la construcción del tercer tramo de la Circunvalación.
Estas circunstancias, conocidas por muchos profesionales de la ingeniería, motivaron a los ingenieros civiles Juan Pablo Acuña, Pablo Hillar y Roberto Contini, a redactar el artículo, “La catástrofe pudo haberse evitado”. Allí afirman: “al quedar inconclusa la obra de defensa y a partir de allí continuar el terreno natural con una cota menor, es esta última cota, la que realmente determinó el funcionamiento de la defensa invalidando por completo el objeto de la misma. Esta inconsistencia técnica fue subsanada en el proyecto donde a manera de advertencia, se especificaba que mientras no se ejecutase la tercer etapa, y al sobrepasar el Río determinado nivel debían implementarse acciones preventivas, que el mismo proyecto describía, destinadas a completar en forma provisoria la defensa de tal forma de impedir el ingreso de las aguas a la zona protegida”. Por ello, los profesionales concluyen que, “todo tipo de justificación basada en la no-ejecución de una tercera etapa de las obras de defensa sobre el Río Salado, no puede ser sustentada desde ningún punto de vista y menos aun desde la óptica de la Ingeniería, en razón de que en toda obra realizada por etapas, cada una de ellas debe garantizar por si misma un correcto funcionamiento, en forma independiente de la concreción o no de las etapas siguientes”.
La importancia de esta cuestión fue reconocida incluso, por el ministro de Obras y Servicios Públicos, Edgardo Berli. Cuándo se le preguntó en LT9, si la existencia de los 3.000 metros de terraplén, hubieran mejorado las perspectivas de defensa de la ciudad, el funcionario respondió: “no podemos negar que de haber estado ese tramo de terraplén hubiera mejorado seguramente la seguridad respecto al ingreso de agua”.
Puesto a explicar las razones que motivaron la postergación del cierre del terraplén, Berli dijo: “yo no estuve en aquel momento en la toma decisiones, pero me imagino que en virtud que nunca se observó una creciente como la que hemos tenido que sufrir ahora, la decisión habrá estado sustentada en que la historia reciente del río Salado indicaba que era muy improbable que ocurriera una creciente con tamaño nivel, que permitiera el ingreso del agua tal cual paso”.
Pese a que su divulgación determinó que se quedaran sin trabajo en el estado, el escrito de Acuña, Hillar y Contini, esta llamado a constituirse en un elemento de análisis indispensable para entender, si se permite la licencia, la irracionalidad de algunas decisiones políticas en materia de obras públicas.
La historia oficial
Hasta el momento, el único documento oficial que intenta explicar las razones de la inundación, es la respuesta que la municipalidad de Santa Fe envío a un extenso pedido de informes elaborado por al Concejo Municipal.
Como dato significativo, el informe de la secretaria de Obras Públicas, señala que la inundación de la ciudad igual se hubiese producido con el tercer tramo de Circunvalación Oeste construido. Deforestación, siembra intensiva, canalizaciones y obstáculos artificiales al escurrimiento del río, serían las causales de la catástrofe.
La pregunta 7 del pedido de informes apuntaba a conocer la versión oficial sobre, “cuales fueron las razones por las cuales el agua ingresó al sector oeste de la ciudad”, y a criterio del Intendente, “cuales fueron las imprevisiones que se tuvieron como para no evaluar que ese riesgo existía”.
El planteo de los concejales recoge la impresión generalizada sobre que la defensa faltante en el tramo final de la Circunvalación Oeste, sobre calle Gorostiaga, fue el Talón de Aquiles de la ciudad por donde ingresó el cauce del río Salado.
Contrariamente a estas apreciaciones, la municipalidad de Santa Fe considera que, “existen razones objetivas para pensar, que aunque hubiese estado construido el tercer tramo de la Av. de Circunvalación Oeste, Gorostiaga-Ruta Nacional N° 11, la inundación se hubiese podido producir con igual virulencia”, según puede leerse en la respuesta elaborada por los responsables de las direcciones de Estudios y Proyectos e Ingeniería.
Para llegar a esta conclusión, los técnicos de las direcciones de Ingeniería y Proyectos, señalan que la falta de una política hídrica en la provincia, “ha hecho que contrariamente a lo que postula la ciencia hidrológica, se efectúen canales aguas arriba de la cuenca(del Salado), sin modificar la situación aguas abajo”. Esta situación se suma, a las lluvias inusitadas, la ampliación de la frontera agropecuaria y los asentamientos en zonas inundables, como “eslabones de una cadena de hechos” que provocó “el inusitado pico de creciente sufrido, y que al estar la ciudad en el punto extremo de la cuenca, sufra las consecuencias directas” por todos conocidas.
El trabajo hace especial hincapié en el efecto que produjo el puente de la Autopista Santa Fe-Rosario. “El gran caudal de agua que descendía por el valle de inundación, con un frente de aproximadamente 3 Km. al encontrarse con la autopista, que en ese tramo estrecha el valle a aproximadamente 800 m con un puente para el pasaje del mismo de 150 m de luz, produjo un efecto endicamiento, que generó una sobre elevación de los niveles del río aguas arriba”.
Como resultado de estas limitaciones al escurrimiento del Salado, se verificaron alturas de 8,47 m sobre calle Gorostiaga y de 9,48 m a la altura de Teniente Loza, “las que hubieran sido superiores de haber existido el cierre completo, que producía el acceso Norte”.
En consecuencia, según la municipalidad, “de haber estado construido el acceso Norte, con la misma configuración de secciones en la Autopista y en las vías del ferrocarril, existe la posibilidad que las alturas del remanso aguas arriba de las mismas, hubiese superado las defensas, como de hecho hubiese sucedido con las cotas determinadas a la altura de Tte. Loza”.
Se necesita una explicación
El primer y único reconocimiento de responsabilidades por parte del gobierno provincial quedó expresado en el decreto de destitución del ingeniero Ricardo Fratti como responsable máximo de la Dirección Provincial de Obras Hidráulicas. Como se recordará el Decreto 975/03, argumentaba que era “imprescindible en virtud de la magnitud de los daños ocasionados establecer las responsabilidades que pudieran corresponderle a aquellos funcionarios que desde la órbita oficial no pudieron o no supieron arbitrar los medios conducentes si no a evitar, por lo menos a anticipar la llegada de semejante masa hídrica y encarar las medidas correctivas que pudiera corresponder en el menor tiempo posible”.
Lamentablemente, lo que parecía el inicio de un debate necesario e imprescindible, quedó bloqueado a los pocos días cuando otra decisión del ejecutivo provincial intentó enmendar la anterior. Luego de una queja de Fratti por el tenor de los fundamentos con que fue eyectado del estado, el gobernador Carlos Reutemann y su ministro de Obras Públicas, Edgardo Berli, aclararon mediante el decreto1.316/03, que el decreto de destitución “no efectúa imputación de responsabilidad alguna, tanto relativa al desempeño funcional del reclamante como de ningún funcionario de la Dirección Provincial de Obras Hidráulicas”, aclarando de todos modos, “la necesidad imprescindible de establecer la existencia de responsabilidades que pudieran caber”.
Realizada la corrección, ningún organismo del gobierno provincial inició algún tipo investigación sobre posibles responsabilidades de sus funcionarios. Por el contrario, la reacción fue abroquelarse en la negativa a debatir, persiguiendo y sancionando a los que se atrevían a hablar.
Autor: Pablo Bosch para Datasantafe
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